Has Cambiado de Color

Este proyecto explora el cuidado como una responsabilidad históricamente depositada sobre las mujeres, una tarea invisible y a menudo silenciosa, que se desarrolla en las sombras de la sociedad. A lo largo del tiempo, la figura femenina ha sido asociada al cuidado: un amor incondicional y una entrega total que, sin embargo, tiene un costo invisible. Este cuidado, que va desde la familia hasta la comunidad, abarca el cuidado físico, emocional y psicológico, pero se convierte en un desgaste profundo y casi imperceptible, que consume a la mujer.
En el corazón de esta propuesta yace la reflexión sobre el costo oculto del cuidado, un precio pagado por las mujeres a través de su tiempo, su salud y, a menudo, su bienestar emocional. La labor del cuidado, aunque esencial para la cohesión social, no es vista como una actividad digna de reconocimiento ni remuneración, y por ello se convierte en una deuda perpetua, donde el bienestar de la mujer se sacrifica por el bienestar de otros.
El proyecto también propone una reflexión sobre la jerarquía del cuidado, cómo las mujeres, al estar a cargo de esta responsabilidad, a menudo se ven atrapadas en una estructura de poder donde lo personal se convierte en político. El cuidado es visto como una virtud, un deber, una obligación que impide que las mujeres reclamen su espacio propio, su tiempo para sí mismas, su derecho a descansar. Esta jerarquía, que pone a las mujeres como primeras responsables del bienestar de otros, las priva de sus propios deseos, sueños y libertad.
En contraposición, descuidar se presenta como un acto de resistencia. El “descuidar” no es un abandono sin más, sino una negación al rol impuesto por una sociedad que exige que las mujeres estén disponibles y entregadas constantemente. En ese “descuidar” hay una reivindicación del derecho a la autonomía, a la desconexión, a la negación de una carga.
Este proyecto cuestiona la relación entre la mujer y la responsabilidad del cuidado, invita a observar el desgaste de esa entrega y a reconocer, finalmente, que el “descuidar” también es un derecho a reclamar.